La menopausia se define como el momento en el que la mujer deja de tener ciclos menstruales, mientras que la hipertensión arterial es la condición por la que se elevan los valores de la tensión de las arterias. Lo más frecuente es que la menopausia ocurra en torno a los 50 años de edad y esto eleve el riesgo cardiovascular, como veremos a continuación.
En esta etapa las mujeres sufren una serie de cambios hormonales que tienen impacto sobre el organismo. La menopausia y la hipertensión arterial están relacionadas por diferentes motivos que exploraremos.
¿Qué ocurre durante la menopausia?
La menopausia se diagnostica cuando una mujer está 12 meses sin tener un periodo menstrual normal. Puede aparecer entre los 40 y los 50 años de edad. No obstante, según explican los especialistas de la Clínica Mayo, es más frecuente en torno a los 51 años.
La etapa se caracteriza por un descenso de la concentración de las hormonas reproductivas. A medida que se envejece, los ovarios producen menos estrógenos y progesterona. Por lo tanto, la fertilidad cesa.
Estas hormonas intervienen en otros procesos, más allá de la regulación de la fertilidad. Por ejemplo, en el metabolismo, ya que ayudan a regular el peso, los lípidos y la resistencia a la insulina.
La menopausia comienza de forma progresiva; es una etapa de transición en sí misma. Se acompaña de muchos síntomas, como los sofocos, el aumento de peso y los problemas de sueño.
Relación entre la menopausia y la hipertensión
La menopausia y la hipertensión arterial se relacionan. Es habitual que los valores de la tensión de las arterias, medidos en milímetros de mercurio , aumenten después del cese de los ciclos menstruales.
Existen muchos factores que se han asociado a esta incidencia. En primer lugar, la caída de los estrógenos puede relacionarse de forma directa. También el aumento de masa corporal que se produce en la menopausia.
Muchas mujeres de mediana edad desconocen que sufren hipertensión. La razón es que variados síntomas que de esta condición tienden a confundirse con el cuadro menopáusico.
Por ejemplo, el cansancio, los dolores de cabeza, los trastornos del sueño o incluso las palpitaciones. De esta manera, se considera de forma errónea que la menopausia es la causa del cuadro, cuando en realidad no lo es.
Esto supone un gran riesgo.
Cambios de la menopausia que favorecen la hipertensión arterial
Como hemos señalado, en la menopausia se producen una serie de cambios hormonales importantes. La caída de los estrógenos se asocia a un aumento de peso. El sobrepeso, a su vez, se vincula a un incremento de los valores de presión arterial.
Además, las mujeres menopáusicas también tienden a desarrollar resistencia a la insulina. Esto quiere decir que las células de su cuerpo no pueden utilizar la hormona para introducir la glucosa procedente de la sangre. Por eso existe más riesgo de desarrollar diabetes.
Por otra parte, en esta etapa también aumentan los niveles de los lípidos en la sangre. Así, tal y como explica una publicación de la Pontificia Universidad Católica de Chile, se exacerba de forma notable la incidencia del síndrome metabólico.
La menopausia y la aterosclerosis
Las mujeres que experimentan síntomas típicos de la menopausia, como los sofocos y los sudores nocturnos, tienen más probabilidad de sufrir aterosclerosis subclínica. De hecho, se estima que aumenta casi un 50 % el riesgo.
La aterosclerosis subclínica consiste en el estrechamiento y endurecimiento ligero de las arterias. Este estrechamiento, aunque no conlleve signos evidentes, también aumenta el riesgo de sufrir eventos cardiovasculares.