Aunque no es un hábito exclusivo de un niño, morderse las uñas es un mal hábito, especialmente en la infancia, y en algunos casos puede afectar la salud. Por eso, es importante que los padres intenten averiguar la causa y erradicarla lo antes posible.
Hoy hablamos de la onicofagia infantil, las razones por las que los niños padecen este trastorno obsesivo compulsivo y cómo podemos ayudar a nuestros hijos a dejar de comerse las uñas.
Uno de los trastornos obsesivo-compulsivos más comunes en la infancia.Se estima que la onicofagia comienza a la edad de tres a seis años. Aunque en muchos casos este mal hábito es temporal, o incluso limitado a momentos muy especiales, en otros casos este mal hábito se desarrollará con el tiempo. Continuar o empeorar, provocando problemas médicos relacionados.
En estos casos, hablaremos del trastorno obsesivo compulsivo (TOC), que es más común en la infancia, especialmente durante la adolescencia, junto con la tricotilomanía.
¿Por qué mi hijo se muerde las uñas?
Hay muchas razones por las que los niños se muerden las uñas, aunque en la mayoría de los casos es provocado por el estrés o la ansiedad; es decir, el niño está preocupado o nervioso por algo.
En otras ocasiones, también puede hacerlo por aburrimiento, fatiga o incapacidad para superar la frustración.
¿Cuáles son las consecuencias de la onicofagia?
Dependiendo de la gravedad del problema, morderse las uñas y la piel circundante puede causar:
- Heridas en la piel (uñas) y en la cutícula. Estas heridas sangran, son dolorosas y tardan mucho en sanar.
- La herida puede infectarse y requerir tratamiento.
- Uñas encarnadas.
- Los niños que se muerden las manos tienen más probabilidades de contraer verrugas virales.
- Debido a que los dedos suelen estar en la boca, también son más susceptibles a las lombrices, porque cuando los niños juegan con el suelo, los huevos de este parásito tienden a depositarse debajo de las uñas.
- Problemas bucodentales, como maloclusión, dientes desalineados e incluso interfieren con el crecimiento normal de ellos.
- A veces, los dedos se deforman.
- Problemas estéticos que pueden afectar sus relaciones sociales.
¿Cómo deshacerse del hábito?
Haga que su hijo participe en esta pregunta, explíquele por qué no es bueno para él morderse las uñas y las complicaciones que puede causar. Se trata de que el niño sea consciente de este mal hábito y sepa que te tiene con él e intente solucionar el problema.
Cuando lo encuentres mordiéndose las uñas, déjale ver si no se ha dado cuenta. Pero no lo regañe ni lo castigue, porque eso aumentará su ansiedad y no ayudará a resolver el problema.
Si lo hace frente a más personas, puede llegar a un consenso sobre una determinada palabra clave para recordarle que solo usted puede entender en este momento. De esta manera, el niño no se sentirá abrumado por la presión ambiental, ni se convertirá en el centro de conversación debido a la disfagia de A.
Cuando el niño se muerda las uñas, pídale que se meta la mano en el bolsillo o dale un objeto para que lo agarre con la mano para desviar su atención. En otras palabras, bríndele otras opciones para mantener las manos ocupadas.
Informe el problema al entorno más cercano de su hijo para que él pueda ayudarle de acuerdo con las mismas pautas cuando su hijo no esté bajo su supervisión (por ejemplo, en la escuela, en un hogar familiar, con amigos ...).
Intenta mejorar al máximo la apariencia de las manos de tu hijo: recorta las uñas para que la longitud de las uñas sea pareja, quita la cutícula e hidrata constantemente las manos ...
Esto no solo reducirá la posibilidad de infección, sino que también tendrá un efecto positivo en la autoestima del niño, especialmente si el problema le causa vergüenza.
Aunque este método no siempre es factible, siempre que el niño esté dispuesto a usarlos, también podemos ayudarte a comprar ciertos productos en la farmacia que se aplicarán en las uñas. Este esmalte tiene un sabor amargo, y como al niño no le gusta, eventualmente evita meterse los dedos en la boca.
Con nuestra perseverancia y conciencia, poco a poco nuestro hijo ya no necesitará que busquemos alternativas para no mordernos las uñas, y el problema eventualmente se resolverá. En cualquier caso, si hay algo que te preocupa o el problema persiste, no olvides consultar a tu pediatra o psicólogo infantil.